En agosto de 2018, la nueva formulación del párrafo 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, afirma de modo inequívoco y definitivo el rechazo radical de la pena de muerte. El papa Francisco sancionó un punto de no retorno al afirmar que la vida humana es sagrada, decisión esencial y dirimente para los fieles católicos y aporte decisivo para aquellos que desean preservar la humanidad de esta práctica inhumana.

La nueva redacción del párrafo 2267 de hecho dice lo siguiente:

«Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común. Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente. Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona», y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo».