Nunca mas la pena de muerte

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Clarìn
Nunca más la pena de muerte

El próximo 12 de enero está prevista la condena a muerte de Lisa Montgomery de 53 años, culpable de un terrible delito de una mujer embarazada al octavo mes. Lisa ha sufrido desde siempre de trastornos mentales, miles de abogados en Estados Unidos han pedido al presidente Trump la conmutación de la pena. No se pide que sea absuelta por la culpa sino perdonada, sería la primera mujer desde 1953 en ser ejecutada por el gobierno federal. Todavía se piensa que la pena capital sea la solución para encontrar Justicia. En verdad es una violencia del mismo Estado que se pone en actitud de castigo que suena a venganza. Hay que destacar, en todo caso, que hoy la pena capital gracias al gran trabajo de sensibilización de organizaciones como Amnistía Internacional, la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte, la Comunidad de Sant’ Egidio, se ha ido significativamente achicando. Resulta actualmente que bien 140 Estados son abolicionistas de hecho, 97 para todos los delitos, 8 para delitos comunes y 38 son abolicionistas «de facto», mientras que son 58 los países que todavía mantienen en sus ordenamientos la pena capital. Es un gran progreso hacia la humanización de la sociedad. Sabemos que en América latina la mayoría de los países son abolicionistas. Pero por esto no hay que bajar la guardia. La violencia que crece en todo el continente, una Justicia puesta en tela de juicio, un gran sentido de impunidad percibido por la opinión pública ha, en efecto, visto crecer una lógica que a menudo reflota, cuando no hay una pena cierta y entonces la gente reacciona, encontrando la solución con la «justicia por mano propia». Han crecido en los últimos años, peligrosamente, en nuestro país, los episodios de linchamiento hacia presuntos o verdaderos abusadores, violadores y jóvenes protagonistas de robos. Otro episodios de pena capital disfrazada son los homicidios de «gatillo fácil» . Desgraciadamente, debemos registrar un aumento significativo de estos delitos que podríamos comparar con las inhumanas condiciones en que viven muchos presos en las cárceles argentinas, entre hacinamiento y violencia institucional. El Papa Francisco sostuvo desde siempre no solo de la abolición de la pena de muerte sino también de la cadena perpetua. Ha escrito en su ultima encíclica «Fratelli Tutti» palabras significativas contra la pena capital que es útil incorporar para cambiar una mentalidad violenta. Afirma: «Hoy decimos con claridad que la pena de muerte es inadmisible y la Iglesia se compromete con determinación para proponer que sea abolida en todo el mundo». Francisco hace hincapié sobre una construcción permanente de la cultura del enemigo por parte de la sociedad : «se incita algunas veces a la violencia y a la venganza, pública y privada, no solo contra quienes son responsables de haber cometidos delitos, sino también contra quien cae la sospecha, fundada o no, de no haber cumplido la ley… existe la tendencia a construir deliberadamente enemigos». Y termina con un llamado diría universal: «todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados por lo tanto, a luchar no solo por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas, sino también con el fin de mejorar las condiciones carcelarias, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de libertad. Y esto lo relaciono con la cadena perpetua… La cadena perpetua es una pena de muerte oculta…» Estas palabras quieren despertarnos frente a una cierta pasividad de la sociedad; la pena de muerte representa una pérdida consistente de humanidad. Una hemorragia de odio y de insensibilidad sin freno. Como decía el Mahatma Gandhi , la lógica del «ojo por ojo» nos dejará a todos ciegos. La abolición de la pena de muerte nos ayudará a ver un futuro del mundo y de nuestra sociedad menos dividido y violento Esta es nuestra esperanza y anhelo. Todavía es posible firmar un llamado para la conmutación del a pena de LindaMont gomer y entrando en el si ti owww. no de athp en alty. san tegi dio. orgw.
MARCO GALLO