La abolición de la pena de muerte es uno de los campos de compromiso global de la Comunidad de Sant’Egidio. En cuanto extrema síntesis de las violaciones de los derechos humanos, la pena de muerte representa una forma de tortura, contradice una visión rehabilitativa de la justicia, legitima la violencia y la perpetua. A menudo se vuelve un instrumento para atacar a minorías políticas, étnicas o religiosas. Además, cuando un Estado mata en nombre de la ley, rebaja el nivel de su sistema legislativo al nivel de quien mata.
Nuestro trabajo comienza en las cárceles y en los brazos de la muerte, con personas que viven el drama de la pena de muerte. Desde hace muchos años hemos creado una red humana de relaciones, visitas y correspondencia con muchos presos, tratando de no olvidar a ninguno y de acompañar su difícil existencia. Siguiendo sus casos, salió a relucir una verdad incómoda: los errores judiciales, son el resultado de procesos sumarios o de defensas superficiales.
Para contribuir al aumento progresivo del numero de países que rechazan la pena de muerte como medio de justicia, hemos elaborado nuevas estrategias: